Este hecho es un hito en la distribución de gas natural en nuestro país, ya que fue la primera vez que se inyectaba gas renovable en la red de distribución, y ha servido para desarrollar el sistema de certificados de origen para gas renovable en España para avanzar en el cumplimiento de los objetivos medioambientales de descarbonización propuestos por Europa en el 2030.
En la EDAR de Butarque, que está gestionada por el Canal de Isabel II, NEDGIA Instaló un módulo de producción de biometano (gas renovable) que purifica el biogás procedente de la valorización de los residuos de la estación depuradora de aguas residuales (proceso de upgrading) y otro para inyectar el biometano producido en su red de distribución de gas natural. Además, alimentado por la red de distribución de NEDGIA en ese punto el proyecto también incluye un surtidor de repostaje de gas natural comprimido (GNC) para vehículos, gestionado por Naturgy.
Para el director del Consorcio Europeo ECO-GATE, David Fernández, “el biometano es el vector energético que más contribuye a la economía circular y puede solucionar el problema del almacenamiento de la producción intermitente de otras energías renovables”, pero añade que “es necesario contar con el apoyo de la Administración para desarrollar el mercado del biometano con mecanismos de soporte económico/financieros y el impulso de los certificados de origen para gas renovable que ya existen en otros países”.
Con el desarrollo de este innovador proyecto en la EDAR de Butarque, el consorcio europeo ECO-GATE tiene cuatro objetivos:
- La producción de biometano a partir de un biogás generado por la valorización de un residuo.
- La inyección del biometano producido en la red de distribución de gas natural propiedad de NEDGIA, para su distribución hasta el punto de consumo final.
- Desarrollo del mercado de certificados de origen de gas renovable en España.
- Demostración de uso eficiente y ecológico del gas renovable en aplicaciones de movilidad terrestre.
Mismas aplicaciones que el gas natural
El biometano, como gas renovable, es un combustible neutro en emisiones de CO2 que se genera a través de los procesos de degradación de la materia orgánica. De esta forma, residuos urbanos, agrícolas, ganaderos o forestales, aguas residuales, etc., una vez son tratados, se transforman en un gas verde, una energía totalmente intercambiable por el gas natural, por lo que puede distribuirse a través de los más de 87.000 kilómetros de la infraestructura gasista que existe en nuestro país y emplearse con las mismas aplicaciones energéticas en hogares, industrias, comercios, así como para ser combustible en el sector transporte. Todo ello sin necesidad de realizar inversiones (ni públicas ni privadas) para transformar infraestructuras de redes ni tampoco equipamientos de consumo de los usuarios.
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